El ajo y su historia IV: Edad Media y Moderna.

allium sativum

– Marina Muñoz Cervera –

Como la referencia del ajo en la Edad Media es breve, aunque no por ello menos importante, pues determina en gran medida el futuro de la difusión de esta hortaliza por Europa, vamos a conocer dos épocas, la mencionada Edad Media y la Moderna.

EDAD MEDIA:

Tal era la importancia del ajo en la Edad Media que Carlomagno, Carlos I el Grande (742- 814) (1), lo incluyo en la «Capitulare de Villis» (2).

«Capitulare de Villis vel curtis imperii (o imperialibus)» es un acta legislativa que data de finales del siglo VIII o principios del siglo IX. En ella, Carlomagno dirigiéndose a sus «villici» (gobernadores de sus dominios) decreta un número de observaciones y reglas; son normas sancionadoras estrictas ya que este texto es un real decreto.

El capítulo 70 de este texto contiene un centenar de plantas, árboles, arbustos o simples hierbas que ordena sean cultivadas en los jardines reales para que sirvan de botica en caso de enfermedad. El ajo se encuentra con el nombre en latín de Alia dentro de la lista de plantas, entre las cuáles también se encuentran, entre muchas otras, la calabaza (cucurbitas), pepino (cucumeres), lechuga (lactucas), acelgas (betas), etc. Gracias a la orden del Gran Emperador se extendieron por Europa muchas plantas que no eran autóctonas de esta región.

EDAD MODERNA:

Andrés de Laguna (1499-1559) fue un médico humanista español, especialmente dedicado a la farmacología y botánica médica. Se formó con helenistas y latinistas de prestigio para poder leer en lengua original a  Pedacio Dioscórides Anarzabeo y así consigue traducir la obra de éste, «Materia Médica de Dioscórides» a la lengua castellana. Laguna comprobó en persona todas las prescripciones de Dioscórides y añadió sus propias observaciones, opiniones y experiencias como botánico y farmacólogo que había experimentado con hierbas recogidas en numerosas zonas de Europa y las costas mediterráneas. Su traducción es clara y precisa y los comentarios constituyen una fuente de primer orden, no sólo para la botánica médica de la época, sino para otras actividades científicas y técnicas (4). El texto se imprimió en Amberes en el año 1555 y sobre el ajo dice lo siguiente:

«Es tan gran differentia como acerca desde capitulo se halla entre todos los Codices Griegos, me parecio ser bien allegarme al antiquissimo, e manuscripto, cuya fe halle siempre hasta agora incorrupta: en la qual leemos que aquel ajo de Egypto, es blanco; y que el salvage tiene virtud corrosiva, e mata las anchas lombrices; lo qual entre los otros se atribuye al domestico. Llamase al ajo domestico en griego Scorodon, y el salvage Ophioscorodon, que quiere dezir «serpentina», porque huyen del las serpientes, o porque su tallo tiene algo de figura de serpiente.  Llamanle algunos Aphroscorodon, que significa espumoso ajo; porque su cozimiento levanta una grande espuma. El ajo salvage harto menor que el domestico, aunque en el olor e sabor se parescea el infinito. Sus hojas son muy estrechas, y el tallo delgado; enzima del qual sale una flor bermeja, con cierta simiente negra. Suelen ser los boticarios y los medicos imperitos usurpar esta planta por el Scordio legitimo, el qual es semejante al Camedris, e meterla dentro de la Theriaca; y esto engañados de la conformidad de aquestos vacabulus Scordion y Scorodon. Confunden también los medicos ignorantes con el Ophioscorodon otras diversas plantas, conviene a saber, el Scorodoprason, y el Ampeloprason; de las quales aquella primera es la yerva geniçara, quiero dezir, mestiza del ajo, y del puerro, y estotra es el puma salvage, que nace por los prados, y por las viñas» (2).

La Theriaca, de la cual habla Andrés de Laguna no es otra cosa que la panacea o el remedio que todo lo cura, y ya es citada muchos siglos antes por Galeno, quien, a diferencia de Laguna, sí considera al ajo doméstico como parte de la formulación de la «theriaca de los rústicos»(2). La Theriaca (en latín), triaca o teriaca era un preparado polifármaco compuesto por varios ingredientes distintos (en ocasiones más de 70) de origen vegetal, animal o mineral, incluyendo opio y, en ocasiones, carne de víbora. Se usó desde el siglo III a. C., originalmente como antídoto contra venenos, incluyendo los derivados de mordeduras de animales, y posteriormente se utilizó también como medicamento contra numerosas enfermedades, siendo considerado una panacea universal. Se popularizó en la Edad Media, y durante muchos siglos se empleó con variaciones en su formulación, registrándose en las principales farmacopeas de la época hasta que perdió auge en los siglos XVIII y XIX.

Uno de los primeros nombres que recibió el ajo en el centro de Europa era el de «theriaca de los pobres», lo que indicaba que éstos no podían conseguir con facilidad las plantas de la «theriaca» genuina y, a cambio, utilizaban una planta humilde y asequible, el ajo.

El gran botanista inglés John Gerard (1545-1612), además de naturalista y herbolista y famoso por su jardín de herbáceas, comenta lo siguiente en su General History of Plants, editada en el año 1963:

«Descripción: El bulbo o cabeza de ajo está cubierta por muchas pieles muy finas de un color púrpureo muy claro, consistiendo en muchos pequeños bulbos asidos los unos a los otros, en la base de los cuáles crece un manojo de fibras entrelazadas. Tiene las hojas largas  y verdes, como aquellas del puerro, entre las cuales florece un tallo al final del segundo o tercer año, en la punta de la cual aparece un manojo de flores cubiertas de una piel blanca, dentro de la cual, rompiéndose cuando están maduras, aparecen unas semillas redondas y negras.

Lugar y tiempo: El ajo se siembra en noviembre o diciembre, y en otras ocasiones en febrero o en marzo; a partir de las semillas, o bien a partir de los pequeños dientes.

Nombres: Se llama en latín «allium» y en griego «scorodon», pero los boticarios conservan el nombre latino; los germanos le llaman «knoblauch»; los daneses del sur «look»; los españoles, «aios y alho»; los italianos «aglia»; los franceses, «ail o aux»; los bohemios, «czesnek»; los ingleses, «garlicke», y también «poor man´s treacle».

Temperatura: El ajo es muy agudo, caliente y seco, como dijo Galeno, en el cuarto grado, y exulcera la piel haciendo crecer vejigas.

Virtudes:

– Siendo comido, calienta el cuerpo de forma extrema, atenúa y hace más suaves los humores gruesos y espesos; corta todo aquello que es flojo o viscoso, dirigiéndolo y consumiéndolo; también abre las obstrucciones, es un enemigo de los venenos fríos, y de las mordeduras de las bestias venenosas.

– No proporciona al cuerpo nutrimento alguno, y puede engendrar una sangre aguda, por lo que las personas de complexión caliente deberán abstenerse de él. Pero si se hierve en agua hasta que haya perdido su agudeza, es mucho menos forzante, y deja ya de retener por más tiempo su jugo molesto, como dice Galeno.

– Expulsa la irritación de garganta, ayuda a la tos antigua, provoca la orina, rompe y consume el viento en el organismo, y es también un remedio para la hidropesía que procede de causas frías.

– Mata las lombrices de la barriga, y las conduce hacia fuera. La leche en la cual se han dejado los ajos también se da a los niños pequeños  con buen éxito contra los gusanos.

– Ayuda al estómago muy frío, y es preservativo contra los contagios y la pestilencia.

– La decocción de ajo usada como baño o para sentarse en ella hace discurrir hacia abajo los restos del parto y las secundinas, como dice Dioscórides.

– Expulsa los gusanos planos, los redondos, los piojos de las cabezas de los niños, la caspa y los pellejos en la cabeza, si se untan con ajo y miel las partes afectadas.

– Con hojas de higuera y comino se puede aplicar sobre las mordeduras de la rata (2).»

Resulta curioso como un tubérculo pequeño y, en muchas ocasiones tan desprestigiado por su olor y sabor, ha sido tan valorado a lo largo de toda la historia, sobre por aquellos cuya ciencia les ha hecho conocedores de sus virtudes y sus defectos. Hoy en día, la obra de Pedacio Dioscórides, aún se considera como el mejor tratado sobre plantas que existe en el mundo. Con esta entrada terminamos la historia de ajo y pasaremos a su actualidad.

Enlaces relacionados:

El ajo y su historia: Parte I
El ajo y su historia II: La «rosa picante de los griegos»
El Ajo y su historia Parte III: El ajo en la cultura romana
El ajo y su historia V: Un “tesoro nutricional” en nuestros días.

Fuente:

(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Carlomagno

(2) La historia del ajo como medicamento. El Poder curativo de los alimentos. Integral. RBA Libros, S.A. Barcelona 2010.

(3) http://es.wikipedia.org/wiki/Capitulare_de_villis_vel_curtis_imperii

(4) http://es.wikipedia.org/wiki/Carlomagno

(5)http://es.wikipedia.org/wiki/Triaca

Imagen:
Copyright (c) 123RF Stock Photos

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