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Deficiencia y toxicidad de Riboflavina o Vitamina B2.

chica cerrando los ojos

– Marina Muñoz Cervera –

Ni una sola célula de nuestro organismo podría subsistir sin riboflavina.

Esta vitamina es fundamental en el metabolismo para la liberación de energía en el interior de la célula. Su papel es clave en la conversión de todos los macronutrientes en formas más sencillas que el organismo pueda utilizar como fuentes de energía.

También es fundamental para el cuerpo utilice la vitamina B1 o tiamina y la niacina.

Errores sencillos en el tratamiento de nuestros alimentos pueden conllevar una pérdida de riboflavina. Ya sabemos que es muy sensible a la luz solar, así una exposición de 3 horas y media al sol o a una lámpara potente pueden destruir el 70% de esta vitamina. Otros alimentos como el pan y el queso cuando se exponen durante mucho tiempo a la luz sufren la agresión de los radicales libres, activada por la luz ultravioleta, lo cual destruye la molécula de esta vitamina.

Deficiencia de vitamina B2:

El déficit de riboflavina puede estar provocado por:

– Escaso aporte con la alimentación.
– Problemas de malabsorción intestinal.
– Infecciones fuertes y crónicas.
– Alcoholismo.
– Estrés físico y/o emocional.
– Tratamiento con antibióticos e ingesta prolongada de anticonceptivos orales.

Los síntomas que produce son los siguientes:

– Queilitis (grietas en las comisuras de la boca), glositis (enrojecimiento e inflamación de la lengua), estomatitis angular.
– Sensación de arenilla bajo los párpados.
– Ojos fatigados, enrojecidos con sensación de ardor.
– Hipersensibilidad a la luz.
– Labios agrietados.
– Descamaciones cutáneas en nariz, frente y orejas.
– Caída del cabello
– Temblores en las extremidades.
– Vértigo.
– Pérdida de la capacidad de concentración.
– Trastornos del sueño.
– Neuropatías, demencia.
– Calambres.
– Hepatopatías.
– Diarrea.
– Alteraciones del sistema inmunológico.
– Depresión e histeria en casos severos.

La deficiencia de vitamina B2 también afecta al metabolismo del hierro y ocasiona anemia hipocrómica en fases avanzadas.
Es bastante usual que haya un déficit combinado de vitaminas, es decir, de varias al mismo tiempo.

Toxicidad por vitamina B2

Existe poca información sobre la toxicidad por esta vitamina, pero dosis altas durante prolongados períodos de tiempo pueden interferir en el metabolismo de la vitamina B1 y vitamina B6.
Describe la literatura que en ratas de experimentación, su exceso puede dar lugar a anuria (pérdida de la emisión de orina) y azotemia.

Enlaces relacionados:

Las mejores fuentes de Riboflavina o Vitamina B2.
¿Para qué sirve la Riboflavina o Vitamina B2?

Fuentes:

– Marco Chover, Antonio. «Medicina Ortomolecular». ECU Editorial Club Universitario. San Vicente (Alicante, España), 2011.
– Oberbeil, Klaus. 2Vitaminas para su salud». Ediciones Robinbook, S.L. Barcelona, 2004.
– Biesalski; Grimm. “Nutrición Texto y Atlas”. Editorial Médica Panamericana, S.A. Madrid 2009.
– Dr. Arthur J. Roberts, Dra. Mary E. O’Brien, Genel Subak-Sharpe. «Enciclopedia de la Medicina Ortomolecular. Nutracéuticos». Robinbook, S.L. Barcelona, 2003.
– Mariano Illera Martín, Josefina Illera del Portal, Juan Carlos Illera del Portal. «Vitaminas y Minerales». Editorial Complutense, S.A. Madrid, 2000.

Última revisión: 18-04-19

La Obesidad y el sobrepeso.

obesidad

– Marina Muñoz Cervera –

Tanto el sobrepeso como la obesidad perjudican nuestra salud.

La OMS define la obesidad y el sobrepeso como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud (1).

Ambas entidades constituyen el quinto factor principal de riesgo de defunción en el mundo, cada año fallecen, por su causa, 2,8 millones de personas (1). Por otro lado, son atribuibles a su padecimiento el 44% de la carga de diabetes, el 23% de la carga de cardiopatías isquémicas y entre el 7 y el 41% de algunos cánceres (1).

Si bien el sobrepeso y la obesidad antiguamente eran considerados un problema propio de los países de ingresos altos, actualmente estos trastornos están aumentando en los países de ingresos bajos y medianos, en particular en los entornos urbanos (1).

La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre las calorías consumidas y las gastadas. Así en el mundo, se está dando (1):

– Un aumento en la ingesta de alimentos hipercalóricos que son ricos en grasa, sal y azúcares pero pobres en vitaminas, minerales y otros micronutrientes, y

– Un descenso en la actividad física como resultado de la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, de los nuevos modos de desplazamiento y de una creciente urbanización.

Consecuencias para la salud.

Las consecuencias de ambas patologías para la salud son, entre otras, las siguientes:

– Enfermedades cardiovasculares, que en el año 2008, fueron la primera causa de muerte en el mundo (1).

– Diabetes (1).
– Hipertensión (3).
– Problemas psicológicos (3).
– Enfermedades de la vejiga (3).
– Trastornos del aparato locomotor: osteoartritis (1).
– Dislipidemias (4).
– Algunos cánceres: endometrio, mama y colon (1).
– Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño (SAOS) (4).

¿Cómo podemos prevenir?

El sobrepeso, la obesidad y sus enfermedades asociadas, son en gran parte prevenibles y, de forma individual, las personas pueden:

– Limitar la ingesta calórica procedente de la grasa total.
– Aumentar el consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos.
– Limitar el consumo de azúcares.
– Realizar una actividad física periódica.
– Lograr un equilibrio energético y un peso normal.

El Índice de Masa Corporal es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2)(1).

La definición de la OMS es la siguiente (1):

Un IMC igual o superior a 25 determina sobrepeso.
Un IMC igual o superior a 30 determina obesidad.

El IMC proporciona la medida más útil del sobrepeso y la obesidad en la población, puesto que es la misma para ambos sexos y para los adultos de todas las edades. Sin embargo, hay que considerarla a título indicativo porque es posible que no se corresponda con el mismo nivel de grosor en diferentes personas (1).

Factores determinantes.

En el padecimiento de obesidad y sobrepeso se dan factores que pueden determinar su aparición, y son los siguientes (2):

1.- Determinantes genéticos: antecedentes de obesidad familiares.

2.- Determinantes ambientales:

– Nivel socioeconómico: tiene una correlación alta con la aparición de obesidad sobre todo en mujeres.
– Una gran ingesta de alimentos
– Estilo de vida sedentario.

3.- Determinantes reguladores: La regulación del peso corporal no solo tiene lugar entre personas normales, sino también entre personas obesas en quienes la obesidad se atribuye a una elevación del punto de ajuste alrededor del cual el peso resulta regulado. Son los siguientes:

– Embarazo: es el principal determinante de obesidad en algunas mujeres.
– Obesidad en la infancia.
– Lesiones cerebrales: tumor craneofaríngeo.
– Fármacos: hormonas esteroideas, antidepresivos tradicionales (tricíclicos, tetracíclicos, inhibidores de la monoaminooxidasa), benzodiacepinas, litio y fármacos antipsicóticos.
– Factores endocrinos: hiperinsulinismo por neoplasias pancreáticas, hipercortisolismo de la enfermedad de Cushing, la disfunción ovárica del Síndrome del ovario poliquístico y el hipotiroidismo.
– Factores psicológicos:Bulimia, trastorno de la alimentación nocturna, trastorno del atracón.

Signos y síntomas de la obesidad.

La obesidad va  acompañada de signos y síntomas, que son la consecuencia inmediata de una gran masa de tejido adiposo y son los siguientes (2):

– Apnea del sueño: es un trastorno gravemente infradiagnosticado que se caracteriza por momentos en que la ventilación cesa durante el sueño, en ocasiones hasta cien veces a lo largo de una noche.

– En el síndrome de obesidad-hipoventilación (Síndrome de Pickwick), la disminución de la ventilación conduce a hipercapnia, hipoxia, cor pulmonare y riesgo de muerte prematura.

– Alteraciones ortopédicas en las articulaciones que soportan el peso y de las que no lo soportan.

– Alteraciones cutáneas: el aumento del sudor y de las secreciones cutáneas atrapadas entre los gruesos pliegues de la piel, produce un medio de cultivo propenso a la proliferación de hongos y bacterias, entre otras infecciones.

– Menosprecio de la propia imagen corporal sobre todo en mujeres que sienten que su cuerpo es grotesco y ello entraña cohibición y dificultad en las relaciones sociales.

El pronóstico de la obesidad.

El pronóstico de la obesidad es malo, sin tratamiento tiende a progresar, sin embargo una modesta pérdida de peso de un 5 a un 10% es suficiente para controlar o, al menos, mejorar la mayoría de las complicaciones de la obesidad (2).

Nuestra capacidad de supervivencia como especie demuestra que el genoma humano permite un excelente nivel de adaptación incluso a las situaciones más desfavorables, como se ha demostrado hasta el momento.

La teoría de «seres metabólicamente ahorrativos», seleccionados durante años a lo largo de la historia, especialmente dotados para sobrevivir épocas de carencia, podría cobrar visos de realidad al observar la evolución de los humanos en los últimos años, en los que asistimos al crecimiento universal, espectacular e imparable del sobrepeso, la obesidad y la diabetes tipo II (4).

La Obesidad está incluida en la Clasificación Internacional de Enfermedades, 10ª revisión (5), en el Capítulo IV: Enfermedades nutricionales, endocrinas y metabólicas, dentro del apartado, «Obesidad y otros tipos de hiperalimentación» que a su vez incluye 4 patologías:

E65 Adiposidad localizada
E66 Obesidad
E67 Otros tipos de hiperalimentación
E68 Secuelas de hiperalimentación.

Como hemos podido ver, la obesidad es una enfermedad con graves consecuencias para la salud física y mental y el sobrepeso es la situación predisponente, no exenta de problemas.

Si somos conscientes de la patología será más fácil encontrar soluciones y/o prevenir su padecimiento.

Enlaces relacionados:

Las consecuencias para la salud de 5 kg de sobrepeso.
Antropometría: IMC y otros índices.
10 DATOS SOBRE OBESIDAD. Organización Mundial de la Salud.

Fuentes bibliográficas:

(1) Obesidad y sobrepeso. OMS. Centro de Prensa. Nota descriptiva N°311. Mayo de 2012. http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs311/es/

(2) Mark H. Beers, M.D. y Robert Berkow, M.D. El Manual Merck, Décima Edición en español. «Obesidad». pags. 58-61. Elsevier, España, S.A. 2003.

(3) Michel C.Latham. Profesor de nutrición internacional

Universidad de Cornell Ithaca, Nueva York, Estados Unidos. «Nutrición humana en el mundo en desarrollo». Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO. Colección FAO «Alimentación y Nutrición» nº 29. Roma, 2002.

(4) B. Moreno, S. Monereo y J. Álvarez. La Obesidad en el Tercer Milenio. 3ª edición. Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad. Editorial Panamericana de la Salud. Madrid 2006.

(5) OMS. Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-10), edición de 2008.

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Última revisión: 29-05-19

La enfermedad y los hábitos alimentarios.

tenedor pinchando el mundo

– Marina Muñoz Cervera –

Los hábitos de vida condicionan nuestra salud.

La relación de los hábitos con la salud y la enfermedad ha preocupado a los humanos desde los orígenes de las primeras civilizaciones y culturas.

En la antigüedad:

Tanto en los escritos de Hipócrates como de Galeno, hay numerosas referencias a los hábitos alimentarios y la salud; de hecho fue el mismo Hipócrates el que acuñó la palabra «Macrobioti» (1) y en sus Aforismos hace referencia a la forma de alimentación de los enfermos, así vemos que en el Aforismo número 4, decía (2):

«En los males que prometen
Larga y penosa carrera
Siempre fue perjudicial
Una rigurosa dieta,
En los agudos no tanto;
Pero es preciso se advierta,
Que si la inanición daña,
Cuando pasa a ser extrema,
La repleción demasiada
También ofende y molesta».

En muchos pasajes de la Biblia se comentan aspectos de los hábitos dietéticos, así, en el Eclesiastés 9:7, nos dice:

«Ve, come tu alimento con regocijo (..)»

Y en otras religiones también se establecen aspectos de alimentación, que incluso han llegado a nuestros días, como la religión judía, islámica, cristiana, budista, hinduista, jainista, adventista, etc.

En algunos casos, los antropólogos han atribuido estas normas sobre los hábitos alimentarios a factores de rentabilidad productiva, eficiencia nutritiva e higiene de los alimentos (1).

El estudio científico de los hábitos alimenticios y su relación con la salud y enfermedad comienza en el Siglo XVIII, especialmente cuando los largos viajes de los navegantes obligaban a la tripulación a realizar dietas pobres y monótonas que desencadenaban enfermedades carenciales.

James Lind (1716-1794), médico escocés perteneciente a la Armada Británica, Royal Navy, realizó el primer ensayo clínico sobre el uso de cítricos en tratamiento del escorbuto y en 1753 publicó su obra, «Tratado sobre la naturaleza, las causas y la curación del escorbuto» (3).

La mayoría de las enfermedades nutricionales inicialmente descritas (escorbuto, beri beri, pelagra) se debían a la deficiencia extrema de algún nutriente, sobrevenían de una forma relativamente rápida y desaparecían tras la administración de ciertos alimentos y, por lo tanto, eran fáciles de reproducir y estudiar en el campo experimental del laboratorio (1).

Más cerca de la actualidad:

En los últimos años el interés por los hábitos alimentarios y la salud se ha desplazado hacia el estudio de enfermedades crónicas como la cardiopatía isquémica y el cáncer, además de otras patologías como las enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus, obesidad, malformaciones congénitas, enfermedades neurológicas, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, demencia senil, osteoporosis, enfermedades oculares, degenerativas, etc.

Estas enfermedades con múltiples etiologías están más bien relacionadas con un exceso de grasa, pero también pueden verse como patologías debidas a una deficiencia relativa de alimentos vegetales o sus componentes (1).

Aunque la relación entre la alimentación y las enfermedades crónicas puede, en parte, ser estudiada en laboratorio, por ejemplo produciendo arterioesclerosis en conejos alimentados con grasas saturadas, la mayor parte de la información debe obtenerse a partir de estudios en poblaciones formadas por personas que siguen hábitos alimentarios normales y libremente adoptados, lo que plantea particularidades y dificultades específicas; de aquí el interés en los estudios de epidemiología nutricional en los últimos tiempos (1).

Los primeros grandes estudios epidemiológicos se realizaron en la década de 1950; a finales de la década de los sesenta y durante los años ochenta, la epidemiología nutricional experimenta un gran desarrollo metodológico y la generalización de análisis estadísticos complejos ha permitido obtener una amplia información. Desde entonces las publicaciones sobre dieta, enfermedad o salud han crecido exponencialmente (1).

Hoy por hoy, la nutrición está pasando a un primer plano como un determinante importante de enfermedades crónicas que puede ser modificado y no cesa de crecer la evidencia científica en apoyo del criterio de que el tipo de alimentación tiene una gran influencia tanto positiva como negativa, en la salud a lo largo de la vida.

Sin embargo en muchos países la políticas se dirigen a la lucha contra la desnutrición de forma unilateral, a pesar de que existe en su población una doble carga de morbilidad, sobrepeso, obesidad y desnutrición (4).

Los ajustes en la alimentación no solo influyen en la salud del momento sino que pueden determinar que una persona padezca o no, a lo largo de su vida, enfermedades tales como cáncer, enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, enfermedades dentales, obesidad y sobrepeso y diabetes (4), entre otras patologías frecuentes en algunos medios como litiasis biliar, renal, enfermedades gastrointestinales (gastritis, esofagitis, trastornos de malabsorción intestinal, trastornos de flora de intestinal, pólipos en el colon, etc.), hígado graso, pancreatitis, depresión, anemias y otros procesos carenciales, alteraciones inmunitarias que aumenta la susceptibilidad a patologías infecciosas, etc.

La carga de enfermedades crónicas está aumentando en el mundo, se ha calculado que en el año 2001, causaron un 60% del total de 56,5 millones de defunciones notificadas en el mundo y un 46% de la carga mundial de morbilidad, se estima que esta carga puede aumentar a un 57% para 2020 (4). También se ha previsto que para el año 2020, las enfermedades crónicas representaran las tres cuartas partes del total de defunciones; a nivel mundial el 60 % de esta carga corresponderá a países en desarrollo (4).

Bien es sabido que en el reino animal las adaptaciones relacionadas con la elección de alimentos y la actividad recolectora tiene una gran impacto en la supervivencia, la reproducción de los individuos, y al final, en su éxito evolutivo.

En la especie humana, sin embargo, tendemos a ver la elección de alimentos como un rasgo cultural no directamente relacionado con nuestro pasado biológico. Y nuestra evolución cultural alimentaria tiene consecuencias, incluso genéticas, favorables y desfavorables; así, la cría de animales para la producción de leche, por ejemplo, puede hacer que la frecuencia de tolerancia a la lactosa varíe de una región a otra en el mismo continente; en Tailandia, solo el 3% de la población presenta tolerancia a la lactosa, sin embargo, en el norte de la India, donde la actividad lechera es común, la proporción llega al 70% (5).

Como vemos, no podemos deslindar la salud y la enfermedad de nuestros hábitos alimentarios, son la base de nuestra vida para bien o para mal.

Y con esta entrada, abrimos una nueva categoría «Una mala alimentación y sus consecuencias», dentro de la que iremos conociendo con más profundidad cada una de la enfermedades relacionadas con una alimentación inadecuada.

En realidad, si partimos del concepto de que una alimentación sana es la base de nuestra salud, toda enfermedad obedecería a un desequilibrio alimentario y aunque esto último es una teoría muy antigua y hoy en día existen noxas que por sí solas nos pueden hacer enfermar, lo cierto es que si nuestra base es sólida, nos dará la fortaleza física y mental para superar con mucha menos dificultad cualquier problema de salud que pueda surgir. Y, si por desgracia, ya estamos enfermos, mejorará enormemente la evolución de la patología que pueda existir, conduciéndonos a tener calidad de vida.

Fuentes:

(1) Angel Gil. Tratado de Nutrición II. Nutrición Humana en el Estado de Salud. Pág. 3. 2ªEdición. Editorial Médica Panamericana. Madrid, 2010.
(2) Aforismos de Hipócrates. Traducidos, ilustrados y puestos en verso castellano por el Doctor Don Manuel Casal T. Aguado, Alias, Don Lucas Alemán. Imprenta de Repullés. Madrid 1818. Universidad Complutense de Madrid. (Digitalizado por Google).
(3) James Lind. http://es.wikipedia.org/wiki/James_Lind
(4) OMS Serie de Informes Técnicos nº 916. «Dieta, Nutrición y Prevención de Enfermedades Crónicas» Informe de una consulta Mixta FAO/OMS Organización Mundial de la Salud. Ginebra, 2003.
(5) Olli Arjamaa y Timo Vuorisalo. «Genes, cultura y dieta». Investigación y Ciencia nº 66. Prensa Científica, S.A. 2011.

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