– Marina Muñoz Cervera –
Cuando estamos enfermos necesitamos nutrirnos muy bien para sanar.
Cada enfermedad tiene unos requerimientos alimentarios diferentes y nuestro organismo lucha para recuperar la salud, de ahí que una adecuada aportación de nutrientes sea imprescindible para proporcionar la materia prima que necesitamos para sanar.
En los hospitales, hay dietistas que se encargan de suministrar a cada paciente la alimentación que necesita, de acuerdo con sus necesidades individuales o grupales.
No obstante, cuando estamos en casa aquejados por alguna gripe, infección banal, o cualquier otros proceso que no exige hospitalización, somos nosotros o nuestros familiares, los responsables del tipo y cantidad de alimentos que debemos consumir. Si estamos bien nutridos, llevaremos mejor la enfermedad y nos recuperaremos antes.
Sin embargo, en muchas ocasiones perdemos el apetito y es difícil llegar a conseguir un estado nutricional y de hidratación adecuados.
Importancia de una buena nutrición durante la enfermedad.
Nuestro organismo dispone de reservas de nutrientes, pero cuando se encuentra en una situación de alerta, las agota, es decir, consume más que en circunstancias normales.
Si no reponemos los nutrientes que se van gastando, el cuerpo recurrirá a nuestras estructuras para continuar luchando, dispondrá del glucógeno muscular, de la grasa y de otros tejidos para obtener energía. El resultado es la pérdida de peso, que puede llevar a desnutrición.
Un enfermo desnutrido es un blanco fácil para otras enfermedades distintas a las que ya padece. Se crea un círculo vicioso que pone en peligro la vida de la persona.
¿Como ayudamos si no hay apetito?
La forma más sencilla es estimulando las ganas de comer en base a comidas apetitosas, poco voluminosas y manteniendo la hidratación adecuada. No obstante, la falta de hambre en un enfermo que se encuentra en casa, debe comunicarse a su médico para que tome las medidas oportunas.
En el recuento total de las necesidades calóricas de una persona, la enfermedad tiene un factor de multiplicación, es decir, supone un gasto energética mayor que el estado saludable, aunque el cómputo total calórico pueda no verse afectado por la inactividad que normalmente acompaña a los enfermos.
La enfermedad supone un estado de debilidad para cualquier persona que la padece; la comprensión, cariño y una alimentación balanceada, son imprescindibles durante la misma y en la posterior recuperación, para obtener, cuanto antes, el estado de salud deseado.
Con esta entrada, hemos revisado la parte 5 de la lección 6 (tema 3) del curso de la FAO Alimentarnos bien para estar sanos, que estamos incluyendo dentro de la categoría Lecciones de alimentación sana de este blog.
¿Qué debe comer el enfermo? es una pregunta necesaria e imprescindible que debemos hacer al médico cuando llevemos a algún pariente o familiar. De su alimentación dependerá, en gran medida, la forma y velocidad de recuperación.
Fuente:
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). “Alimentarse bien para estar sanos”. Depósito de documentos de la FAO. Roma, 2013. ISBN 978-92-5-107610-1.
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