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Expertos piden a los Gobiernos que frenen el consumo de comida rápida.

fast food

– Marina Muñoz Cervera –

El consumo de comida rápida contribuye a la epidemia de obesidad.

Parece extraño, a simple vista, que la lucha contra la epidemia de obesidad no dé los frutos esperados. También resulta raro que la comida rápida, conocida como «fast food»,  y asociada a un gran número de desórdenes de salud, siga vendiéndose con la mayor tranquilidad, a pesar de que «de sobra» son conocidos los problemas que acarrea su consumo.

Un grupo de investigadores, entre los que se encuentra, Roberto De Vogli, Profesor Asociado de la División de Epidemiología del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de California Davis (USA), como autor principal del trabajo del que hablaremos a continuación, piden a los dirigentes políticos que frenen el consumo de comida rápida.

La noticia publicada por Europa Press, hoy 3 de febrero de 2014, nos informa de la existencia del estudio de investigación publicado por el Boletín de la OMS, Volumen 92, número 2. de febrero de 2014, que demuestra que el aumento del IMC (Índice de Masa Muscular) en las poblaciones está directamente relacionado con el consumo de este tipo de comida.

comida rapida y obesidad

El interesante trabajo, que podéis descargar a través del siguiente enlace:The influence of market deregulation on fast food consumption and
body mass index: a cross-national time series analysis
, nos dice en sus conclusiones que «el consumo de comida rápida es un indicador independiente del Índice de Masa Muscular promedio en países de ingresos altos y que las políticas de desregulación de mercado pueden contribuir a la epidemia de obesidad al facilitar el consumo de este tipo de comida».

Los objetivos de este estudio fueron:
– Investigar el efecto de la comida rápida en el IMC de la población.
– Explorar la influencia de la desregulación del mercado en el consumo de comida rápida y el IMC.

Para ello, entre los años 1999 y 2008, exploraron la relación entre IMC y comida rápida en 25 países de ingresos altos. También analizaron el posible efecto mediador del consumo anual per cápita de refrescos, grasa animal y calorías totales en la relación entre el consumo de comida rápida y el IMC.

El grupo de investigadores encontró que cada aumento de 1 unidad de transacciones anuales de comida rápida per cápita, se asoció a un incremento de 0,033 Kilo/metro cuadrado del IMC, normalizado por edad.

Observaron que entre los años 1999 y 2008 el número medio de transacciones de comida rápida anuales per cápita, aumentó de 26,61 a 32,76; durante el mismo período de tiempo, la media del IMC, estandarizada por edad, se incrementó de 25,8 a 26,4 kilos/metro cuadrado.

De esta forma establecieron la existencia de una fuerte y positiva asociación entre el consumo de «fast food» y la media del IMC estandarizado por edad.

Es un estudio muy serio cuyas conclusiones demuestran lo que sucede hoy en día en el mundo y en mano de los Gobiernos está el problema, no obstante, como ciudadanos podemos elegir y entretanto, ser conscientes de que el sobrepeso y la obesidad puede estar fomentado por la actual economía de mercado.

Y, quizás, los establecimientos de comida rápida podrían cambiar sus menús y crear alimentos de dispensación rápida que no fueran dañinos.

Enlaces relacionados:
La Obesidad y el sobrepeso.
¿Nos vuelven adictos a la “comida basura”?

Fuentes:

– Europa Press. «Expertos piden una mayor regulación económica contra el consumo de comida rápida» Madrid 3 de febrero de 2014.
http://www.infosalus.com/nutricion/noticia-expertos-piden-mayor-regulacion-economica-contra-consumo-comida-rapida-20140203091654.html
-Boletín de la Organización Mundial de la Salud. Volumen 92, Número 2, febrero 2014.
http://www.who.int/bulletin/volumes/92/2/es/index.html

– Roberto De Vogli, Anne Kouvonen & David Gimeno.» La influencia de la desregulación del mercado en el consumo de comida rápida y el índice de masa corporal: un análisis de series temporales entre países»
doi: 10.2471/BLT.13.120287
http://www.who.int/bulletin/volumes/92/2/13-120287.pdf?ua=1

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¿Se ha convertido la cesta de la compra en un mercado bursátil?

maletín y bandejas con verduras y frutas

– Marina Muñoz Cervera –

¿El contenido de tu comida depende de los estudios sobre nutrición que se publican?

El artículo siguiente describe cómo los micronutrientes y macronutrientes están, día a día, en alza o en baja según los estudios que van publicándose. En este avanzado mundo todo corre deprisa y los estudios científicos también, no obstante, me ha parecido interesante porque, además de ser novedoso y original, en sus conclusiones recomienda que la alimentación se base en el conocimiento y en valores sólidos. Pienso que no excluye el hecho de estar al día, pero mejor no obsesionarse.

¿Cómo salir ganando en el mercado de la salud?

José M. Ordovás (*) | Madrid Lunes 28/05/2012 13:30 horas

(*) *José Mª Ordovás es director del laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (EEUU), profesor de Nutrición y Genética, director científico del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Alimentación (IMDEA) e investigador colaborador senior en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (Madrid).

El leer en las revistas científicas o en la prensa popular los resultados de los estudios de nutrición y salud se ha convertido en algo similar a leer los resultados bursátiles en las páginas de económicas. La semana pasada el café «subía» de valor tras la publicación de un estudio en el que se demostraba que su consumo estaba asociado con una disminución de la mortalidad. Esta semana el calcio «baja» como resultado de otro estudio en el que se observa que su consumo, en forma de suplemento, está asociado con un aumento de riesgo cardiovascular. Al igual que en el mercado bursátil, al profano le resulta difícil entender el porqué de estos vaivenes nutricionales por los cuales un mismo nutriente puede pasar de estar en la lista de «comprar» (beneficioso para la salud) a la de «vender» (es decir dañino) en cosa de unas pocas semanas.

La investigación responsable de la «bajada de la cotización» de los suplementos de calcio está basada en una de las cohortes alemanas del estudio EPIC, un gran estudio paneuropeo que fue originalmente diseñado para estudiar la relación entre nutrición y cáncer. En este estudio el consumo de calcio se estimó una sola vez al principio del mismo, mediante una encuesta de consumo de alimentos en la que los sujetos deben recordar la frecuencia con la que han consumido una serie de unos 150 alimentos durante el año previo.

Además, los sujetos son cuestionados acerca del consumo de suplementos durante ese mismo periodo. Tras la obtención de esta información, la cohorte, de unos 25.000 individuos, fue seguida durante una media de 11 años durante los que se registraron los eventos cardiovasculares que tuvieron lugar en la misma, y cuyo numero no fue muy elevado (354 infartos, 260 ictus y 267 muertes coronarias), lo cual fue positivo para los participantes pero negativo para la solidez de las conclusiones del estudio.

Las conclusiones derivadas de este estudio publicado en la revista ‘Heart’ fueron que un aumento del consumo de calcio de fuentes alimentarias, principalmente lácteos, no es perjudicial para la salud cardiovascular, pero, por el contrario, el calcio proveniente de suplementos parece doblar el riesgo, lo cual pone en estado de alarma a aquellos que por una razón u otra están tomando suplementos teniendo que aparentemente elegir entre los problemas óseos o los cardiovasculares.

En principio, estos resultados no son inesperados, ya que siguen la tónica habitual de la mayor parte de los estudios que han tratado de demostrar los beneficios de determinados nutrientes en forma de suplementos y separados de su matriz natural que son los alimentos. Pero a pesar de ello, y de que personalmente favorezca una dieta equilibrada sobre el uso indiscriminado de suplementos, hemos de pesar la solidez de las pruebas utilizadas para establecer la culpabilidad de los suplementos de calcio antes de dar el caso por cerrado y dictar sentencia.

En este caso, como en tantos otros, la conclusión se alcanza basada en datos observacionales muy limitados y que tienen una evidencia científica relativamente baja. Además, los sujetos que consumían suplementos, muchos menos de los esperados, eran diferentes en varios otros aspectos a aquéllos que no los consumían. Esto hace difícil el concluir que las diferencias en riesgo sean debidas exclusivamente al uso de los suplementos de calcio y no a otros factores concomitantes e imposibles de discernir en un estudio de este tipo. Es decir, tenemos la duda de que los suplementos de calcio sean meramente unos «culpables por asociación».

Pero, además, es importante poner esta información en el contexto de tantos otros estudios que han examinado el tema y que han llegado a conclusiones diferentes dependiendo del origen de las poblaciones (ej. Estados Unidos, Japón, países escandinavos, etc.) lo que sugiere que otros factores ambientales son necesarios para que se desencadene el riesgo cardiovascular. De ahí la importancia de no extrapolar alegremente los resultados de estudios llevados en otros países a recomendaciones en el nuestro. Cada cultura, cada región geográfica tiene una genética y un ambiente específico que necesita de soluciones particulares cuya utilidad debe ser investigada y demostrada localmente.

Así pues, el consejo más sensato para cada uno de nosotros como inversores en nuestra salud, es procurar no comprar y vender los componentes de la dieta basados en los últimos rumores y mantener un portafolio diversificado consistente en una dieta variada y de acuerdo con los valores sólidos y tradicionales.

Fuente: El Mundo.es Salud Nutrición http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/05/28/nutricion/1338203430.html

Imagen: http://www.maximohogar.es/tienda/269-317-large/bolsa-porta-alimentos.jpg