– Marina Muñoz Cervera –
La falta iodo en nuestra alimentación o su aporte insuficiente, tiene consecuencias serias para la salud.
Estas carencias se asocian a zonas en las que no existe litoral marítimo, sin embargo, según nos cuenta un artículo de Infosalus, en España también hay grupos de riesgo.
Sergio Donnay, coordinador del Grupo de Trabajo de Deficiencia de Yodo y Disfunción Tiroidea de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) refiere, en el artículo mencionado, que las posibles carencias se dan sobre todo en el grupo de las embarazadas donde aún existen casos de déficit que ocasionan graves efectos sobre el desarrollo psiconeurológico de fetos y niños.
¿En qué lugares del mundo hay deficiencias de iodo?
El mapa del mundo que la FAO publica marcando en negro las zonas geográficas en las que el yodo es deficitario, es el siguiente:
Vemos que existen muchos países del mundo en los que el yodo es deficitario. En estas zonas se recurre a la sal yodada como alternativa para la aportación de este micronutriente a través de la alimentación.
Un mapa de UNICEF nos ilustra las áreas geográficas en las que este tipo de sal se consume sin problema y llega al 90% de la población (color verde), las zonas en las que consumo es de un 50 a un 89% (color amarillo), aquellas en las que se mantiene por debajo de un 50% (color rojo), según datos obtenidos entre los años 2000 y 2006, procedentes de la base de datos de UNICEF 2007.
En la Asamblea Mundial de la Salud de 1992, los países europeos se unieron con el objetivo de eliminar las enfermedades causadas por la deficiencia de yodo. Después, en 2002, las Naciones Unidas establecieron otro objetivo: la erradicación, para el año 2005, de la deficiencia de yodo. En la actualidad, y pese al notable avance logrado en las dos últimas décadas, la amenaza de la deficiencia de yodo sigue estando presente en Europa.
Estamos en el año 2014 y Sergio Donnay apunta que «la carencia de este micronutriente mineral es muy frecuente». Este experto nos dice que «las deficiencias en yodo acarrean una gran cantidad de problemas de salud. En los adultos los efectos más aparentes se centran en el bocio, el agrandamiento anómalo de la glándula tiroides que intenta compensar las carencias aumentando su tamaño con el objetivo de producir más hormonas. Sin embargo, sus efectos no visibles son los más dañinos ya que se producen en las madres gestantes que no pueden pasar las necesarias hormonas tiroideas a los fetos, dando lugar en éstos a importantes problemas en el desarrollo psiconeurológico. Los niños son otro grupo de riesgo ya que las deficiencias afectan en gran medida a su desarrollo neurológico».
También refiere que, «aunque no hay que abusar de la sal sea cual sea su composición, hay que tender al consumo ideal diario de sal que se estima en 5 gramos y que este consumo de sal yodada debe ser mantenido en el tiempo para que sea eficaz en términos nutricionales».
Si vivimos en una zona en la que las posibilidades de comer pescado de mar son nulas, nuestra única fuente alimenticia de yodo es la sal yodada, pero si, por el contrario, residimos en una zona marítima y comemos pescados y hortalizas cultivadas en esa tierra, una alimentación variada y equilibrada nos aporta el yodo necesario para no sufrir carencias.
No podemos consumir yodo en exceso porque, aunque la toxicidad crónica se da cuando consumimos 20 veces de la cantidad diaria recomendada, que en los adultos es de 150 microgramos por día, el exceso supone un riesgo grave a tener en cuenta.
Entradas relacionadas:
El Yodo: Su importancia para la salud y fuentes alimentarias.
Fuentes:
– Infosalus. Europa Press. «Deficiencias en yodo: un enemigo invisible». Madrid, 10 de abril de 2014.
http://www.infosalus.com/nutricion/noticia-deficiencias-yodo-enemigo-invisible-20140410170754.html
-Depósitos de Documentos de la FAO. Nutrición humana en el mundo en desarrollo. «Trastornos por carencia de yodo».
http://www.fao.org/docrep/006/w0073s/w0073s0i.htm
– UNICEF. «ODM 1: Erradicar la pobreza extrema y el hambre. Consumo de sal yodada». Base mundial de datos de UNICEF, 2007.
http://www.unicef.org/spanish/progressforchildren/2007n6/index_41509.htm
Última revision: 30-10-18